Después de varios años sin organizar excursiones, programamos una para el sábado, día 23 de septiembre. Lógicamente, el destino era Tomelloso. La acogida de esta propuesta fue estupenda, éxito total: autocar al completo con un total de 57 personas.
La idea era muy clara: acercar a nuestros paisanos y naturales de otras poblaciones castellanos manchegas residentes en Madrid a pasar un día excepcional en Tomelloso. Para unos, volver a reencontrarse con su pueblo, después de muchos años sin visitarlo. Para otros, la posibilidad de disfrutar del patrimonio artístico, cultural y gastronómico, si bien, por las limitaciones de tiempo, no se pudo visitar todo cuanto Tomelloso encierra.
A las 9.00 horas nos poníamos en ruta, desde la Glorieta de Embajadores, llegando a las 11.00 horas a Tomelloso. Viaje muy ameno. Las dos horas pasaron de un suspiro. Se notaba en las caras la ilusión de poner pie en tierra en el querido y añorado Tomelloso.
La primera visita fue a la Cooperativa de la Virgen de las Viñas, Bodega y Almazara. Una cooperativa que se fundó el 19 de noviembre de 1961 por 15 socios tomelloseros para unificar los intereses legítimos como productores, convirtiéndose en la actualidad en una de las bodegas más grandes del mundo. Allí nos esperaba el guía oficial concertado, Antonio Bellón. Presentaciones, saludos y después de organizarnos en tres grupos, cada uno con un guía diferente, nos adentramos en las instalaciones de la Cooperativa.
La visita fue muy completa, pasando por todas las dependencias y recibiendo explicación muy detallada de todo el proceso, desde que se descargan los remolques almacenando la uva, hasta la elaboración del vino, embotellado y comercialización. A tan detallada explicación se unió la visualización de unos videos muy interesantes, que favorecieron el entendimiento del apasionante mundo de la vid.
Después pudimos degustar el producto estrella de la Cooperativa con unos apetitosos aperitivos. Como no podía ser menos, terminamos la visita en la tienda de la Cooperativa; allí no nos quedamos cortos a la hora de comprar y traernos buenos manjares para Madrid: vino, pastas, queso, miel, etc., etc… Sin darnos cuenta, ya llevábamos 3 horas en Tomelloso, en la primera visita. Así que, vuelta al autocar para acercarnos hasta el restaurante El Porrón. El menú resultó del agrado de todos. La atención fue exquisita. El precio muy asequible. Todos quedamos muy contentos.
Una vez que repusimos fuerzas partimos andando para recorrer algunos lugares emblemáticos de Tomelloso. A través de la calle Domecq, pudimos ver casas vecinas que gustaron mucho a los que no son de la tierra, y la gran chimenea de la fábrica de Alcohol de Domecq, una de las treinta y seis que se conservan en Tomelloso, que servían para la expulsión de humos de las grandes calderas que expulsaban las alcoholeras. Llegamos a la Glorieta de María Cristina. Desgraciadamente no pudimos visitar el Museo de Antonio López Torres por estar en obras. Sí pudimos observar de cerca las esculturas adquiridas recientemente por el Ayuntamiento de Tomelloso, las conocidas cabezas creadas por Antonio López, que representan el Día y la Noche, vigilia y sueño.
Seguidamente cogimos la calle Independencia para llegar hasta la Plaza de España. Allí se encuentra la sede del Ayuntamiento, con su vistosa fachada, la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora y la sala de exposiciones de la Posada de los Portales, donde desde el 14 de octubre hasta el 21 de noviembre, han sido expuestas las obras finalistas de la 25 Edición del Certamen Nacional de Pintura Francisco Carretero, certamen que organiza nuestra Asociación, y las aportadas por la familia de nuestro ilustre artista.
A nuestros amigos “forasteros” les llamó la atención las cuevas subterráneas de nuestro pueblo, patrimonio único en Tomelloso, construidas sin maquinaria desde el siglo XIX para almacenar en tinajas el vino elaborado después de la recolección de uva. Actualmente quedan unas 600 de las que se pueden ver 120 en la actualidad.
Para finalizar la jornada nos recogió el autocar para trasladarnos al Museo del Carro, donde disfrutamos de la vida, costumbres y aperos utilizados antiguamente por nuestros antepasados en las diversas faenas agrícolas relacionadas con el cultivo de la vid, descubriendo el magnífico y legendario bombo tomellosero, joya de la arquitectura popular rústica. Se consideran refugios agrícolas, levantados sin ningún tipo de argamasa. Están compuestos de piedras calizas planas que se levantan cuando se aran las tierras.
La jornada fue muy completa y la gente quedó encantada de todo lo que encierra este pueblo, que al principio no podían imaginar. Tomelloso da para mucho, un día es insuficiente para ver y apreciar todo lo que encierra la octava población más densa en cuanto a número de habitantes de Castilla La Mancha, superada solamente por las cinco capitales de provincia y por las poblaciones de Talavera de la Reina y Puertollano. Pero sus costumbres y tradiciones le dan un contenido turístico muy atractivo.
Somos conscientes que se han quedado muchos lugares sin visitar, muchas peculiaridades sin descubrir; pero, quizá, más que desencanto nos emplaza a volver el año que viene a contemplar la visita.
Olga Alberca Pedroche
Vicepresidenta 1ª de la Asociación Cultural de Tomelloso en Madrid